Solo accedían para ver los últimos cinco minutos del entrenamiento y grabar algo. Un día, Don López, el almacenero, me dio con el vuelto un tríptico con el fixture de la Copa del Mundo. Para llegar a esta alegría que disfrutamos hoy a pesar de la derrota, hubo que atravesar la árida meseta de la incertidumbre y el desencanto, de los arrepentimientos y las acusaciones, de las voces agrias que mágicamente se fueron transformando en dulces.